La Casa de los Condes de Miravalle del siglo XVII, tiene una larga historia que va desde que fue casa particular hasta que, como ahora, es sede de hoteles y comercios.
En el número 30 de la calle de Isabel la Católica, se encuentra el más antiguo de los palacios coloniales de la ciudad de México: el Palacio de Miravalle. Para fortuna de los habitantes de esta ciudad y de quienes la visitan, este magnífico edificio puede visitarse y disfrutarse, debido a que aloja en su interior a dos restaurantes, un hotel boutique y una diversidad de tiendas.
Te invitamos a conocer la rica historia que guarda este peculiar edificio del siglo XVII, cuando México era una colonia llamada Nueva España.
Imagen: Palacio de Miravalle. Vista nocturna.
La casa fue construida por Alonso Dávalos Bracamontes de Ulibarri y de la Cueva (1645-1711), quien fuera el primer Conde de Miravalle, además de Caballero de la Orden de Santiago, canciller y alguacil mayor del Tribunal de la Santa Cruzada del Reino de la Nueva España y un criollo prominente que había heredado una fortuna. Claro está, al poseer un título nobiliario como el de conde, se esperaba de él que poseyera un palacio.
Imagen: Palacio de Miravalle. Foto principios del siglo XX.
Este edificio es uno más de los palacios que edificaron caballeros notables de la Ciudad de México, que gozaban de títulos nobiliarios como condes o marqueses. Entre ellos se encuentran el Palacio de Iturbide, el Palacio de los Azulejos (hoy en día Sanborn´s), el Palacio de los Condes de San Mateo de Valparaíso (Museo de Banamex) y el Palacio de los Condes de Xala (también Sanborn´s).
Aunque, al parecer, el de Miravalle es el más antiguo de los palacios coloniales de nuestros Centro Histórico.
Imagen: Fachada del Palacio de Miravalle.
Por cierto, uno de los descendientes del constructor de este palacio, de nombre Justo Alonso Trebuesto y Dávalos Bracamontes, casó con Juana María de Andrade Moctezuma, descendiente de quien fuera el gran monarca de México-Tenochtitlan, Moctezuma II, lo que sin duda incrementó la fama y la fortuna de la familia de los condes de Miravalle.
También formó parte de las propiedades de los Condes de Miravalle, la magnífica casa ubicada en la avenida Revolución, en Mixcoac, que hoy ocupa la Embajada de Rusia.
Imagen: Antigua casa de la Condesa de Miravalle. Hoy embajada de Rusia.
El Palacio de Miravalle es un edificio colonial de tres niveles, cuya fachada luce un magnífico y monumental portón de madera con enmarcamiento de cantera y ladrillos de tezontle en toda la extensión de la fachada. Destacan también los pináculos del techo, que le dan un interesante aspecto de fortaleza medieval.
Imagen: Fachada frontal del Palacio de Miravalle.
Por cierto, como casi todos los palacios medievales, su construcción se estructura en torno a un patio central. Las habitaciones de la planta baja alojaban a los dormitorios de la servidumbre, a los carruajes y los caballos y servían como almacenes para granos y todo lo necesario para el consumo
diario de la familia.
La planta intermedia era el lugar que alojaba las oficinas del conde, en tanto que la planta alta era el sitio en que se encontraban las habitaciones de la familia.
Imagen: Fotografía del Palacio de Miravalle. Primera mitad del siglo XX.
Como ustedes saben, después de una larga guerra, el 27 de septiembre de 1821, México logró su independencia respecto de España. Y a partir de aquel momento, se acabaron los condes y los marqueses. Los títulos nobiliarios fueron declarados nulos y los dueños de palacios estaban
obligados a eliminar sus escudos de la fachada de sus casas.
Poco a poco, las otrora familias nobles y poderosas fueron viendo minados sus privilegios y riquezas, y perdiendo su capacidad para mantener los lujos a los que estaban acostumbrados.
Imagen: Edificio colonial de Betlemitas en estado ruinoso, convertido en vecindad.
En estas circunstancia, los palacios fueron siendo vendidos por sus históricos propietarios. El Palacio de Miravalle pasó a ser, en 1846, la sede del Ateneo Mexicano, agrupación que reunía a los más destacados escritores y poetas de México. Y en 1850 se transformó en el Hotel Bazar.
En 1930, el edificio fue adquirido por Francisco Iturbe, quien fuera un reconocido mecenas del arte, quien lo habitó como su casa familiar. Por cierto Iturbe encargó al pintor Manuel Rodríguez
Lozano que realizara una pintura mural llamada “El Holocausto”, que hoy en día se conserva en perfecto estado.
Imagen: Mural “El Holocausto” en el Palacio de Miravalle.
Por último, en los años 80 fue adquirido por Salvador Sandoval y Carmen Jiménez, quienes encargaron al arquitecto Miguel Miñón que emprendiera su cabal restauración, bajo la supervisión de los institutos nacionales de Antropología e Historia y de Bellas Artes.
Una vez restaurado, se convirtió en una peculiar plaza comercial con el nombre de “Downtown”, que aloja a un hotel boutique, a un restaurante gourmet y a una diversidad de pequeños
comercios. No dejes de visitarlo.
Imagen: Vista del patio central del Palacio de Miravalle.
Algo notable de esta historia de los Condes de Miravalle, es que el día hoy habita en la Ciudad de Granada, en España, la XII Condesa de Miravalle, María del Carmen Enríquez de Luna y del Mazo, quien ostenta con orgullo su calidad de descendiente del emperador azteca Moctezuma.
Curiosamente, de acuerdo con la línea sucesoria, la XII Condesa de Miravalle se convertiría en monarca del reino de Tenochtitlan si este fuera restablecido algún día.
Imagen: Foto en que figuran la madre y los abuelos de la XII Condesa de Miravalle.
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