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Los códices prehispánicos de México.

Sabías que solo quedan 4 códices en la actualidad? el Códice de Dresde, el Códice de Madrid, el Códice de París y el Códice Maya de México.




Tras la conquista española de México-Tenochtitlan acaecida en el año de 1521, comenzaron las acciones de los frailes franciscanos, dominicos y agustinos, para convertir a los indígenas a la religión católica. Para realizar su misión evangelizadora, los frailes consideraban necesario eliminar los testimonios u objetos de culto de la religión indígena.

Es por ello que se dieron a la tarea de destruir las esculturas, pinturas y escritos indígenas, a los que conocemos como códices.

Imagen: Quema de códices mayas por el fraile Diego de Landa.

 


Los códices prehispánicos indígenas eran documentos creados en un formato desplegable, sobre papel amate, piel de venado o de algún otro animal, elaborados por artistas a los que se conocía en lengua náhuatl como tlacuilos. En estos códices se consignaban una diversidad de temas que incluían acontecimientos históricos y genealogías, mitos y leyendas, entre otros.

Imagen: Códice Nutall, manuscrito de la cultura mixteca.



No obstante, la tenaz labor destructora que llevaron a cabo los frailes, lo cierto es que algunos códices sobrevivieron a la destrucción, y hoy en día son conservados en bibliotecas de diferentes países de Europa y algunos más en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, en la Ciudad de México.

Imagen: Interior de la Biblioteca del Vaticano.



Uno de los códices más apreciados por los investigadores del México prehispánico es la Tira de la Peregrinación o Códice Boturini, elaborado en papel amate, el cual mide 5.44 m. de ancho por 20 cm. de alto.

En este documento, los tlacuilos indígenas narran la peregrinación que emprendió el pueblo azteca desde un lugar llamado Aztlán hasta el Valle de México.

Imagen: Tira de la Peregrinación. Fragmento.



Lo apasionante de este códice es que ha permitido a los estudiosos de la cultura mexica o azteca identificar las fechas y algunos de los lugares por los que atravesaron los mexicas, en la peregrinación que los trajo hasta la isla de Tenochtitlan. Y que, con base en este documento han continuado investigando la trayectoria e intentando establecer el lugar donde se encontraba su población de origen: Aztlán.

El códice se encuentra resguardado en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia y una muy buena copia facsimilar es exhibida en el Museo Nacional de Antropología.

Imagen: Tira de la Peregrinación. Fragmento.



Se trata de uno de los pocos códices que debe de haber sido elaborados antes de la conquista, pero se desconoce su procedencia. Es posible que haya sido pintado en Cholula, Tlaxcala, Huejotzingo, en la región mixteca de Puebla o en Oaxaca. 

Lo cierto es que es uno de los códices más apreciados por su colorido y sus valores estéticos. Y es probablemente uno de las fuentes más importantes para el estudio de los dioses, los rituales, la adivinación, el calendario y la iconografía en el centro de México.

Lleva el nombre del cardenal italiano del siglo XVIII, Stefano Borgia, que lo poseía antes de que fuera adquirido por la Biblioteca Vaticana.

Imagen: Códice Borgia.



A través de este códice, los dirigentes del pueblo de Huamantla se propusieron consignar los méritos que tuvieron como aliados en la conquista española de Tenochtitlan.  Recordemos que los tlaxcaltecas contribuyeron militarmente en forma muy destacada en la conquista de México-Tenochtitlan, lo que les valió posteriormente gozar de privilegios en la época colonial.

El códice también narra historias relacionadas con el origen legendario de los otomíes de Huamantla.

Imagen: Códice de Huamantla.



Uno de los códices de mayor riqueza narrativa del centro de México es el Lienzo de Tlaxcala, elaborado por tlacuilos tlaxcaltecas después de la conquista española. Este códice agrega a los jeroglíficos prehispánicos, frases y oraciones en el alfabeto castellano.

Su tema es la conquista española, las batallas en contra de los aztecas, así como escenas de la catequización.

Imagen: Lienzo de Tlaxcala. Fragmento.



Más allá de hablar sobre estos valiosos testimonios prehispánicos conocidos como códices, vale la pena recordar alguna de las extraordinarias historias de hombres sabios y amantes de las culturas prehispánicas que dedicaron su vida a preservar estos documentos de nuestra historia.

Tal es el caso de Lorenzo Boturini Benaducci, anticuario e historiador italiano, que vino a la Nueva España con la intención de estudiar el fenómeno de la Virgen de Guadalupe. Gracias a sus viajes de exploración descubrió la existencia de testimonios de las culturas prehispánicos y se dedicó a coleccionar pinturas, documentos y códices prehispánicos.

Imagen: Lorenzo Boturini Benaducci.



Pues bien, en algún momento las autoridades de la Nueva España descubrieron que Boturini había ingresado a esta colonia sin solicitar permiso, motivo por el cual fue expulsado a España, lo que le costó perder su valiosa colección de documentos prehispánicos, a la que había llamado Museo Histórico Indiano y con los que se proponía escribir una obra histórica. Debido al exilio forzado, Boturini perdió sus bienes, por lo que no pudo volver a la Nueva España a completar su obra y murió en la indigencia en 1755.

La colección de Boturini no se perdió, pero si se dispersó, yendo a dar, una parte, a bibliotecas de Francia y Alemania, y después de la Independencia, al formarse el Museo Nacional, el resto de los testimonios pasó a formar parte de los acervos del nuevo museo.

Imagen: Museo Nacional, ubicado en el edificio que hoy ocupa el Museo Nacional de las Culturas del Mundo.



Te recomendamos ver el cortometraje titulado:


Duración 6 mins.


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