Cuando se produjo el hallazgo de la tumba del rey Pakal, nadie sabía que se estaba realizando uno de los descubrimientos más importantes de la historia de la arqueología prehispánica.
Palenque, originalmente llamada Lakamha´, fue una ciudad maya ubicada en las estribaciones de una serranía cercana a la costa del Golfo, en el actual estado de Chiapas. En ella se desarrolló una de las más portentosas culturas de la región maya.
Esta ciudad maya permaneció durante siglos cubierta por una espesa selva, hasta que fue descubierta y explorada por vez primera en el año de 1784.
Imagen: Torre del Palacio en Palenque, a principios del siglo XX.
A lo largo del tiempo, Palenque fue explorada por decenas de arqueólogos provenientes de diversas partes del mundo, pero fue hasta fines de los años 40, que el recién creado Instituto Nacional de Antropología e Historia emprendió la exploración sistemática y reconstrucción de templos en esta zona arqueológica.
Imagen: Alberto Ruz con la señora Mary Todhunter Clark de Rockefeller y otra dama no identificada.
En 1949, el arqueólogo a cargo de las exploraciones en esta zona arqueológica, Alberto Ruz Lhuillier, descubrió que una de las losas del suelo del recinto superior del Templo de las Inscripciones, presentaba una perforaciones que resultaban extrañas, por lo que decidió emprender una excavación.
Se encontró entonces con que se trataba de escalinatas que descendían por el interior del templo, aunque rellenas de escombros, que fueron retirándose lentamente a los largo de 4 temporadas de trabajo.
Imagen: Dibujo que representa las escalinatas y cámara funeraria descubiertas por Alberto Ruz.
Después de largas temporadas de excavación, Ruz y su equipo de exploradores se encontraron con que a más de veinte metros de profundidad se alcanzaba un rellano donde se encontraron los restos de varios individuos dispersos en el suelo en aparente desorden, cubiertos con cinabrio y cal viva.
Enfrente, en la pared, había una enorme losa triangular. El 27 de noviembre de 1952, Ruz y su equipo lograron remover la losa y se encontraron con un magnífico espectáculo: una gran lápida de piedra, con finas inscripciones, que cubría lo que parecía ser un sarcófago. Y en los muros laterales, las figuras estucadas de guerreros.
Imagen: Interior de la cámara funeraria de Pakal.
Tras el hallazgo, lo arqueólogos se encontraron con el reto de levantar la lápida que cubría el sarcófago, para lo cual tuvieron que recurrir a la colocación de gatos hidráulicos. Al lograr remover la gran pieza de piedra labrada se encontraron con otra gran sorpresa.
Imagen: Levantamiento de la lápida de Pakal.
En el interior del sarcófago se encontraron con una inusual sorpresa. Al fondo del mismo se encontraba un esqueleto en perfectas condiciones, cubierto de mineral de cinabrio rojo. Sobre el esqueleto se encontraron todo tipo de piezas de jade, el mineral más preciado en la época prehispánica.
Sobresalía una máscara hecha de estuco y recubierta por más e trescientas pequeñas lajas de jade de brillantes tonalidades verdes.
Imagen: Máscara y ornamentos de jade de la tumba de Pakal, exhibidas en el Museo Nacional de Antropología.
Pues bien, la investigación llevada a cabo por Ruz y por arqueólogos y epigrafistas, sobre la Tumba encontrada, llevó a éstos a concluir que el Templo de las Inscripciones había sido construido por disposición del gobernante K´inich Janaahb Pakal, quien reinó en Palenque entre los años 615 y 683, como un monumento funerario.
La inscripción sobre la lápida representa a Pakal, cuyo cuerpo cae y es devorado por un ser mitológico.
Imagen: Inscripción tallada sobre la Lápida de Pakal.
Sobre Pakal se encuentra la figura de un árbol estilizado que representa la conexión entre el mundo subterráneo, el mundo de los vivos y el cielo. Se trata de un árbol mítico que funciona como axis mundi o eje del mundo.
Y en la parte superior del árbol podemos apreciar a Itzamnaaj, ave mitológica que observa desde lo alto la caída de Pakal al mundo de los muertos.
Imagen: Dibujo que representa la inscripción tallada en la Lápida de Pakal.
La célebre máscara de Pakal fue realizada en estuco y recubierta con 349 fragmentos de jade, con ojos de concha e iris de obsidiana. Respecto de los rasgos faciales se puede apreciar que presenta deformación craneal –acostumbrada por los miembros de la nobleza de Palenque-, nariz aguileña y la boca abierta con una cuenta en su interior.
Sobre las orejas se pueden apreciar vistosas orejeras y aretes colgantes.
Imagen: Máscara de Pakal exhibida en el Museo Nacional de Antropología.
En diciembre de 1985 ocurrió en el Museo Nacional de Antropología lo que podríamos denominar como el “robo del siglo”. Dos estudiantes de veterinaria perpetraron un audaz robo al museo en la madrugada del 25 de diciembre de 1985, a sabiendas de que los policías acostumbraban celebrar la navidad sin realizar los rondines establecidos en el protocolo de seguridad.
Para desgracia de los ladrones y fortuna de los mexicanos, gracias a una delación la policía logró capturar el botín y a los autores del robo. Entre las piezas robadas, y que fueron devueltas al museo, estaba precisamente el conjunto de joyas que fueron encontradas en la tumba de Pakal.
Imagen: Autores del robo.
Te recomendamos ver el video titulado:
Documental del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Duración 5:53 mins.
Disponible en Youtube
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